LA ILUMINACIÒN DE ORIÒN
Orión un Indio de la tribu Persi (Maya), dejó su antigua tradición de
cazador y comenzó su nueva experiencia como guerrero a sus 20 años, al
tiempo que dejó a un lado sus conocimientos médicos y espirituales, que
con tanto ahínco le hubiera enseñado el gran shaman Shadow.
Estuvo en esto durante 15 triviales años de su vida, conquistando
territorios, llenándose y mezclándose de costumbres profanas,
olvidándose por mucho tiempo de lo esencial de la vida, enfermándose
continuamente de tener una vida sin sentido, caída tras caída, se sumía
en un mundo de dolor y sufrimiento, aunque con momentos esporádicos
de triunfos y riquezas materiales que solo le daban un fondo sin sabor a
su existencia, ya que cuando más alegría material menor dicha espiritual
sentía.
Después de divagar por el mundo en las vastas regiones de Guatemala y
México, decidió volver a su tribu casi moribundo por una enfermedad que
le aquejaba y deseó comulgar nuevamente con su shaman amigo
Shadow, porque en su mente solamente existían inquietudes,
preocupaciones, incertidumbres, resentimientos, odios y dolor, que poco
a poco dañaban su alma y enfermaban su cuerpo.
El gran cacique Coyote, jefe de la tribu organizó una verdadera fiesta para
recibir a Orión y los demás guerreros, ya habían conquistado territorios y
traían gran cantidad de botines de guerra, lapislázuli, Jade y muchas más
piedras preciosas y semipreciosas y otras riquezas en las que se
contaban, además de utensilios y vasijas de gran colorido con variedad
de formas y materiales entre los cuales figuraban los metales como el
oro, el bronce y el cobre.
Días más tarde se encontró cara a cara con su amigo el shaman Shadow y
como si no hubiera pasado tanto tiempo dialogaron como siempre, le
comentó sus aventuras amorosas, su maldad interior, todo lo que le
aquejaba, en especial sus enfermedades, a lo cual el gran sabio indio
opto por recordarle su infancia y todos los procesos que tuvo en su
adolescencia.
Preguntándole porque había dejado su espiritualidad, que la
espiritualidad es como una flor que cuando se abre no hay que volver a
atrás ni forma de cerrarse, sino seguir adelante con la enseñanza
recibida; primero lo invito a realizar una terapia llamada temaxcle o
temazcal que consistía en una especie de baño caliente con yerbas
aromáticas para relajar su cuerpo, liberarlo de toxinas y prepararlo para el
nuevo viaje espiritual de su vida.
Le preguntó por la imagen bordada por el agua en el árbol. ¿aún la
conservas?, a lo que Orión responde, siempre la llevo conmigo y siempre
me ha protegido, el gran sabio respondió siempre la llevas pero nunca le
has hablado con sinceridad, Orión se sintió defraudado y melancólico; el
shaman decidió realizar una segunda terapia ya de relajación y de
meditación o viaje espiritual colocando la imagen en el abdomen o gran
sol de Orión, a lo que él no opuso resistencia; ambos fijaron sus fuerzas
internas y concentración en la imagen del árbol, después de un rato de
intensa concentración el gran sabio shaman, visualizó el futuro de Orión,
el cual descifró diciéndole que primero debería eliminar sus costumbres
profanas, que debería purificar su cuerpo y elevar su alma a un estado de
trance espiritual, que Tonantzin la madre espiritual le acompañaría
siempre, lo protegería y nunca lo abandonaría y que además tendría una
misión muy grande, no solo para su tribu sino para toda la humanidad,
pero que era su deber buscarla por si mismo, que al gran sabio no se le
permitía saber eso; Orión salió del Temazcal, relajado, desintoxicado pero
aún más confundido que nunca; hacia poco había llegado nuevamente a
la tribu y ya tendría otra misión que cumplir, lo que no sabía era que ya no
se trataba de una batalla física sino de una guerra espiritual.
Orión permaneció buscando la verdad interior de esas palabras por más
de un año entre cacería y descanso, entre sueño y visión, entre aliados y
enemigos, entre oración y reflexión y no encontró respuesta a su gran
interrogante ¿Qué misión debo cumplir?, ¿Qué debo hacer?
Pidió nuevamente ayuda al gran Sabio Shadow, quien muy humildemente
aceptó la súplica y lo invitó a tomar parte de una ceremonia que se
realizaría en el Equinoccio de primavera, fecha muy propicia para el
despertar espiritual de cualquier indio Maya; la ceremonia se realizó en
una Maloca o kiosco grande donde se encontraban más shamanes de
diferentes tribus amigas, el ritual comprendía la purificación física a
través de purgas y baños, días antes de la ceremonia espiritual.
Orión como siempre accedió a todo lo que fuera necesario para poder
adentrarse al poder espiritual para entender su estado y lo más
importante LA MISIÓN que debería cumplir.
El ritual comenzó con una purificación del ambiente con quema de Copal,
sahumerio muy utilizado por todas las tribus Mayas desde siempre; se
hicieron cánticos a la madre naturaleza, a los elementales y a las
deidades para solicitar protección, ayuda y sanación física, mental y
espiritual.
Los grande sabios tomaron un jarabe compuesto de plantas e iban
llamando a los invitados entre ellos Orión, quien se acerco ya sea por
timidez o por respeto cuando ya casi todos hubieron pasado; Orión tomó
de aquel jarabe que más tarde comprendió que le llamaban Peyote, que
era un especie de cactus cultivado en esas regiones, pero que solo era
usado en casos especiales y bajo la dirección de varios shamanes o
sabios de las tribus Mayas.
Lo que sintió y vio esa noche Orión cambiaría su personalidad por el
resto de su vida y lo adentraría cada día más a la casta de los shamanes y
conocedores de las verdades espirituales y al entendimiento de lo
esencial de la vida.
Primero sintió un fuerte mareo que según los sabios es normal para el
paso de este mundo al otro, después escuchó por un instante el
acompañamiento de música ancestral por parte de los grandes sabios, y
su mente y su alma se fundieron en un trance que duraría diez horas.
En un momento ya no sintió nada físico alrededor, sino que empezó a
escuchar una música sin igual, una música celestial y llena de amor,
recibió un saludo inicial “Bienvenido, porque te habías demorado tanto en
venir”, a lo que Orión solo palideció; luego sintió unas muy fuertes
sacudidas de su cuerpo como si estuviera en shock de escalofríos y
escucho otras palabras “Eres templo de Dios, que estás haciendo”, mientras
que en su mente pasaban muchísima cantidad de imágenes mostrándole
sus errores y sus desaciertos en la vida. Esto lo vivió durante varios
momentos en intervalos de tiempo durante la noche.
Luego vió un señor con un atuendo de belleza y pureza indescriptible, de
mirada refulgente pero amorosa bajar por una escalera de luz hacia el
sitio donde se encontraba Orión que de por si era oscuro, Orión pensó, es
nuestro Señor Quetzalcóatl, e inmediatamente sus miedos, sus egos, sus
errores, sus pecados, sus vicios, mostraron su lado tímido e intento
ocultarse cerrando sus ojos fuertemente y diciendo dentro de sí, no
merezco que el Gran Señor de Sabiduría este junto a mí, fueron
momentos de vergüenza, momentos de temor porque no se sentía
merecedor de esto.
El Gran Maestro le dijo Orión; aunque él seguía sumido en su vergüenza, y
repitió Orión tus faltas te son perdonadas; y Orión al escucharlo se sintió
mucho más pecador y respondiendo mentalmente dijo mi Señor no soy
digno de tu visita, apretando más sus ojos, sintiendo como de tanto
ímpetu de aflicción pareciera que sus parpados estuvieran fuertemente
tirados hacia abajo por unas piedras verdaderamente pesadas, tal vez
esas piedras imaginarias habrían sido las innumerables cargas que hubo
llevado en sus espaldas durante sus treinta y cinco años de vida.
Orión percibió que el Gran Maestro se acercaba y cerrando sus ojos y
retrocediendo trataba de alejarse de su Señor, pero sintió que la mano
derecha del Maestro tocó su pecho y su corazón se desbordó de amor y
de luz, las manos de Orión que cubrían también sus ojos se cayeron
como un papel, las piedras imaginarias que retenían los parpados
cerrados también desaparecieron y solo surgió la belleza de la luz de los
ojos cafés de Orión totalmente abiertos a lo nuevo; Orión derramó
lágrimas como nunca lo había hecho en su vida y seguía sintiéndose
indigno de estar cerca de su Señor y Maestro.
El Maestro habló con una voz más fuerte pero amorosa y le dijo “no llores
más, ya te dije tus faltas te son perdonadas” y Orión sintió el amor y una paz
espiritual como nunca lo hubo sentido en su vida, sus ojos dejaron de
llorar, se secaron por completo y empezó a sentir como sus sentidos se
despertaron para escuchar atentamente a su Señor con alegría.
El Señor, le dijo “Orión, te conozco desde antes de nacer” y comenzó a
mostrarle como en una pantalla de un lago cristalino todas su existencia
presente, pasada, su vida en el vientre, sus existencias anteriores y el
linaje de hombre sabio que traía.
Orión se impresionó tanto y aunque conocía lo trascendental de la
existencia que los Mayas le habían instruido, era la primera vez en su vida
que se adentraba en la sabiduría más allá del conocimiento físico.
El Gran Señor le dijo nuevamente “¿Por qué siembras el odio y el rencor en
tus semejantes? no sabes que ellos están faltos de amor y de perdón”; Orión
lloró amargamente a pesar que su Maestro le habló con mucho amor.
Las palabras que mencionaba el Gran Maestro sonaban amorosamente y
se grababan en lo más profundo de su mente y de su alma; el Gran Señor
habló nuevamente y dijo “¿porque niegas el alimento a las tribus vecinas?”,
no sabes a caso que ellos solo podrán alcanzar la liberación espiritual a través
de ti”; se refería acaso al alimento espiritual a la sabiduría que no quería
enseñar, Orión volvió a llorar y profundamente se lleno de tristeza y de
conmiseración o misericordia por todos sus familiares, amigos, enemigos
y desconocidos, ya que comenzó a ver la realidad de la existencia, se
despertó.
Orión escuchó al Gran Maestro otra vez diciendo “tienes una gran misión
en tu vida” Orión se preguntó mentalmente ¿cuál sería?, el Maestro le
respondió inmediatamente, “Enseñarás lo trascendental de la existencia a
todos los niños de esta aldea y de las aldeas vecinas y los acercarás a mí,
porque se han olvidado de lo esencial y se han profanado en la vida mundana,
sin recordar que hay un Señor que todo lo ve”.
Orión preguntó ¿y cómo lo haré? A lo cual respondió el Maestro de
Sabiduría, “lo harás con lo que has aprendido de tu sabio amigo, con tu
ejemplo, con lo que has visto espiritualmente, con tu enseñanza, y con tu
vida”, Orión asintió con su cabeza. Después Orión permaneció en silencio
y el Maestro dijo ¿Por qué estás preocupado, si yo estoy contigo?, Orión
respondió, mi Señor, ya tengo 35 años, estoy casado y tengo una hija,
estoy preocupado por la existencia y la salud de ellos y mi trabajo como
cazador ¿qué hare?, el Maestro le insinúo “tus seres queridos son ángeles
que están y estarán siempre contigo, no temas por su salud pues yo se las daré,
si están enfermos los sanaré, no temas por su cuidado pues yo les cuidaré, si
cumples con tu misión recibirás cien veces y hasta mil veces más en la morada
celestial, si te avergüenzas de mí, yo me avergonzaré de ti y te abandonaré,
¿decides ayudarme?”... Orión contestó con voz temblorosa, como he de
decir no a tu propuesta, ante tu santa presencia, claro lo acepto.
El Señor respondió “no temas que has de comer, que has de beber, que has de
vestir, donde has de vivir, pues yo te he dado siempre mucho más de lo que te
mereces y siempre vas a tener a tu mano lo necesario para vivir y algunas
cosas más que te daré”.
El maestro añadió “tú debes hacer las veces de mi en tu aldea”, Orión se
sintió perturbado al escuchar esas palabras y dijo mentalmente eso si que
no, mi Señor Quetzalcóatl todo lo que me pidas lo realizaré menos eso,
¿Quién soy yo para representarte aquí en la tierra? El Maestro respondió
“Orión te has comprometido conmigo y debes ser obediente”, Orión bajo la
cabeza.
Señor haré lo que me pidas dijo Orión, permaneciendo en silencio y
contemplando la magnificencia y belleza físico-espiritual de su Maestro.
En cierta etapa del proceso cuando ya era de madrugada apareció ante su
insignificante figura, la propia Tonantzin quien se mostró de mil
apariencias diciéndole “yo soy la misma aquí y allá, muchas formas en
una sola persona ahora que me has visto y escuchado sigue dialogando
con mi hijo”.
En esos momentos sintió nuevamente un temblor en su cuerpo y una voz
angelical que le decía “Eres templo de Dios, recuerda tu misión”, sintió que
le repitió esto muchas veces, luego se encontró nuevamente con su
Señor y le dijo, Señor dame un abrazo y cúbreme con tu manto, el Señor y
Maestro accedió; cuando ya amanecía el Maestro le expresó “debes
descansar y también debo irme”. Orión en ese estado de conciencia
despierta y lleno de amor y de luz le dijo, no señor, no te vayas, quiero
que te quedes siempre conmigo, el Señor respondió “Orión yo estaré
contigo hasta el final de los tiempos” y desapareció; Orión se llenó de ese
amor místico y su estado de trance espiritual provocado por la visión
duró varios días más, en los cuales el veía a todos los habitantes de la
selva en todos sus reinos, humano, animal, vegetal, mineral y elemental
como seres de luz llenos de amor y de bondad y ya no veía en los Indios
de su propia tribu ni de las demás tribus eso que llamamos Ego, pecado,
vicio o error; veía solo esencias espirituales llenas de luz, amor y
perdón… Así fue como Orión se iluminó.
Autor: Mauricio Monsalve Carreño – Docente – San Gil – Santander
Monsacar – DRA.
“Indios: In= en, adentro de; Dios= Padre Eterno, (Indios=lo que
viene de más adentro de Dios)”
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